domingo, 20 de enero de 2013

¿DONDE ESTA JESÚS?



Por el capítulo veinticinco del Evangelio de Juan, Jesús ya resucitado había aparecido a sus discípulos en dos ocasiones. Pero aquí, siete de sus seguidores estaban en un dilema. (Todavía no entendían nada—que alentador ¿no?) Frustrados y desanimados, decidieron hacer lo que hacen los "hombres" típicamente.
 Se fueron a pescar.
Era lo que sabían hacer mejor les era familiar mas aún aparentemente fue un desperdicio total de tiempo. Un simple grupo de amigos pasando el tiempo toda la noche, contándose historias de pescados, recordando cuando Jesús había estado con ellos, hablando de lo que ahora harían. (Por suerte no había un consejo de iglesia ahí que evaluara cómo estaban gastando su tiempo.)

Pero no solo fue matar el tiempo. Un par de los muchachos en el barco todavía eran buenos pescadores. Conocían este lago como la palma de sus manos—a dónde se encontraban los peces, todos los puntos principales. Así que permanecieron fuera toda la noche y ¿qué pescaron?
 Nada, absolutamente nada. 
 Que bola de perdedores.
¿Lo eran? 
 Mientras seguían en el barco, una voz rompió con el silencio matutino: "¡Oigan! ¿No tienen pescado? Un hombre estaba parado en la orilla, directamente frente al sol, su silueta era oscura, y su figura difícil de reconocer, sin entender por qué, los discipulos respondieron diciendo, "¡No!"

Sin dudarlo el hombre gritó de nuevo, "¡Hechen sus redes hacia el lado derecho del barco y encontrarán algunos!" En segundos las redes se llenaron de peces.

Juan sabía lo que estaba sucediendo. La red llena de peces tenía escrito "Jesús" por todos lados. "¡Es nuestro Señor!" gritó.

Pedro en su manera única se aventó al agua y nadó hacia la playa. El resto de los discípulos remaron como locos para estar con Jesús. ¿Por qué? Porque todos se dieron cuenta en ese momento que los barcos no importaban, las redes no importaban, los peces no importaban.

¿Sabes lo que sí importaba?

Así es. Nada.

Parece ser que el no pescar ningún pez, no obtener resultados y el desperdiciar horas era exactamente lo que los discípulos necesitaban para reconocer a Jesús. Habían estado frustrados, confundidos, enojados, exhaustos y sin poder tener lo que necesitaban. Habían estado solos, con miedo y desilusionados. Pero esta noche de "nada" había preparado a los discípulos para ese "algo" (o Alguien) que necesitaban. Ahora estaban listos para recibir lo que Jesús les quería dar—más tiempo con El.

A Jesús no le importó la gran pesca—a él le importaban los muchachos en el barco. Jesús no quería enseñarles a sus discípulos más cosas—quería pasar más tiempo con ellos. No les dijo a sus discípulos "¡Vayan!"—el les dijo, "Vengan y tomen el desayuno conmigo."

Jesús solo quería tomar el desayuno con sus amigos, una vez más. Quería contarles historias estando juntos una vez más. Jesús amaba a sus discípulos. Amaba pasar tiempo con ellos, ¿Sabes? Jesús entendió entonces—y entiende ahora— lo fácil que es sustituir programas, los resultados y el ministerio por él.

Cuando nuestros ministerios van bien, y cuando van mal, la pregunta debería ser siempre la misma: ¿Dónde Está Jesús?

Recientemente esta pregunta me pegó durante una reunión con un muy conocido evangelista. Después de hora y media de su muy bien organizada presentación acerca de un nuevo programa nacional para compartir el evangelio, él se detuvo y nos dijo a algunos que respondiéramos.
Yo comencé a hablar pero mis palabras se atoraron en mi garganta. Mis lágrimas me impidieron hablar y no pude responder. Tomado por sorpresa me preguntaba qué significaban mis lágrimas. Instantáneamente vi la siguiente imagen mental: Un hombre estaba recargado en una pared a unos cuantos piés de nosotros. Parecía solitario y triste, simplemente como si fuera el papel tapiz en un salón de baile. Con una mirada hacia sus ojos podía darme cuenta que él desesperadamente quería que lo notáramos, que le hiciéramos caso, que le habláramos—pero seguimos con nuestros negocios y lo ignoramos. Ese hombre era Jesús, claro está. Ahí estaba parado en medio de nuestra larga conversación acerca de las estrategias, los programas y los mercados claves, ¡y ni siquiera nos dimos cuenta de la razón por la que tenemos estas reuniones en primer lugar!

Yo creo que, la pregunta en gran parte del ministerio juvenil moderno de "¿Dónde está Jesús?" ha sido reemplazada por "¿Quién necesita a Jesús?" A mi me preocupa realmente que el ministerio juvenil por sí solo se está ahorrando la invitación constante que nos hace Jesús de acercarnos mas a él.

Honestamente creo que a Jesús le encantaría oir a los líderes de jóvenes por todos lados decirles a los pastores, a los padres y a los miembros del consejo, "¡Perdoname, lo siento! No puedo escuchar acerca de tus nuevos programas ahora —nunca falto a mi desayuno con Jesús."

Está en la orilla ahora mismo. Solo ve a verlo aun te esta esperando.

Autor: Anónimo



Eclesiastes 12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;     porque esto es el todo del hombre.